La Sirenita ¿inclusión o puro marketing?
Por Maria Molina
Cuando Tarantino presentó su libro ¨Meditaciones sobre el cine¨, confesó que la película que más lo traumó fue Bambi: ¨Los anuncios se centraban en las travesuras del elefante y Tambor. Nada me preparó para la desgarradora muerte de la mamá y el incendio forestal¨. Tranqui Quentin. Disney ¿aprendió? y hoy no quiere molestar, traumatizar ni herir susceptibilidades.
La remake live action La Sirenita, de Rob Marshall, es evidencia. Trata de gustarle a todo el mundo y eso significa no gustarle del todo a nadie.
Todo lo contrario al cuento de Hans Christian Andersen, que tuvo que ocultar su homosexualidad pero dio pistas de esta en este relato. Es de esas historias para adultos y niñxs, no un statement desesperado por obtener aprobación.
Ya en el musical de dibujos animados, la tragedia y la maravilla existencial de la historia se cambiaron por el Síndrome de la princesa Disney, en el que una subyugación se reemplaza por otra, un intercambio de uniforme rediseñado como amor liberador. Y en el film Disney sigue recortando realidades de la época: se elimina la recomendación de Ursula a Ariel: ¨a los hombres de allá arriba no les gusta el parloteo de las mujeres¨. Según Robbie Collin, del Telegraph: ¨La mejor parte de la canción, porque cristaliza la cosmovisión cínica de la villana y de ese tiempo¨.
La remake suplanta lo loco por lo recatado y paisajes animados por imágenes de salvapantallas. Hizo del maquillaje de la primera Ursula inspirada en la icónica drag, Divine, un look dietético criticado sobre todo por Kerri Colby, concursante de la temporada 14 de RuPaul´s Drag Race. Hasta las hermanas sirenas de Ariel son una Asamblea General multiétnica lista para la pasarela.
Por suerte, como en tierra Ariel puede caminar pero no puede hablar, se necesitaba una reinona capaz de semejante hazaña. Pan comido para Halle Bailey, que brilla y aporta toda la carbonatación a la peli. Pero el hashtag #notmyariel despertó el racismo que desprecia las narrativas que dan lugar a las minorías marginadas. Y esas mismas minorías también se quejaron por una inclusión forzada.
Lo más caótico es lo más bello. El kitsch de los disfraces y la canción calipso Kiss the Girl, con la voz de Daveed Diggs fue de lo más elogiado. Cuando se percibe una preocupación por el qué dirán, brota una peligrosa alergia al riesgo creativo. Ni hablar del rap The Scuttlebutt con letra de Lin-Manuel Miranda. ¨Un artista asiático fingiendo ser un pájaro rapeando con un hombre negro, que finge ser un cangrejo caribeño. Es el tipo de desorden alucinante que se siente honesto y libre, incluso cuando empapa a una mujer negra convenientemente sin palabras¨, opinó el crítico ganador de un Pulitzer, Wesley Morris del New York Times.
Esta Sirenita es un subproducto con bastante éxito a pesar de que no lleva una aventura racializada y radicalizada. No es una adaptación inclusiva, sigue siendo una película de Disney. Puede gustar o no gustar, como la vida misma.