LA VENENO: una mujer que abrió el camino para tantas otras.
Por Erika Ingrid.
La Veneno no es solo una serie: es un testimonio emocional, político y cultural sobre una mujer que transformó la televisión española y abrió el camino para tantas otras identidades silenciadas. La historia de Cristina Ortiz Rodríguez, conocida como “La Veneno”, expone la vida de una comunidad invisibilizada y marginada durante décadas.
A través de su recorrido, desde su infancia marcada por la violencia hasta su irrupción mediática como una de las primeras artistas trans en la TV española, la serie revela cómo esas heridas moldearon su identidad y su búsqueda de libertad.

Uno de los núcleos más potentes del relato es la pregunta que interpela directamente al espectador: ¿sabés lo que atraviesa hoy una persona que quiere transicionar? Ahora imaginá eso en los años 90. La serie responde desde dos líneas narrativas: el proceso de Cristina en una época atravesada por la crudeza social, y en paralelo el de Valeria, quien enfrenta desafíos similares en un contexto contemporáneo. Dos generaciones que muestran tanto lo que cambió como lo que todavía duele.


La dirección de Los Javis es alucinante. Con su sello único, combinan comedia, tragedia y ternura en una estética camp y kitsch profundamente noventosa. La música, la puesta escenográfica y la sensibilidad con la que abordan la historia hacen que cada capítulo tenga la calidad y el respeto que este relato merece.
Otro punto fundamental: La Veneno fue la primera serie española en la que los personajes trans fueron interpretados por mujeres trans. Una decisión que marcó un antes y un después en términos de representación LGBTQIA+ dentro de la ficción y que ayudó a instalar discusiones urgentes sobre quiénes cuentan las historias y desde dónde.


La serie también aporta contexto sobre por qué tantas mujeres trans fueron históricamente asociadas al trabajo sexual, mostrando cómo la exclusión social empujó a muchas hacia ese único camino posible. En contraposición, la historia de Valeria evidencia que también existen otros recorridos, recordando que no hay una sola manera de vivir la identidad: hay espacio para tod@s.

Porque al final, La Veneno nos deja una certeza: su vida abrió puertas que todavía hoy siguen siendo necesarias. La serie amplía esa mirada y recuerda la urgencia de construir un mundo donde todas las personas puedan expresarse sin miedo.