La comida es el nuevo fetiche de la moda
Por Milagros Cernadas
Tomates en Loewe.
Pan en Jacquemus.
Higos abiertos, cerezas brillantes y cítricos jugosos.

La moda ya no solo viste cuerpos. Ahora también viste deseos, hablamos de deseos crudos. Sensoriales. Íntimos. En esta era post‐aspiracional —cuando ya no se trata de parecer perfecta, sino real, vulnerable y honesta—, la comida se vuelve símbolo de todo lo que la ropa sola ya no alcanza a decir.

Loewe en su última colección convirtió una fruta en un objeto de lujo: un bolso con forma de tomate. Jacquemus FW24 sirvió pan real con el logo grabado como parte de su desfile. Miu Miu lanzó campañas con pancitos moldeados como sus icónicas ballerinas.

Chloé, Burberry, Collina Strada y Susan Fang usan frutas y vegetales.


Pero esto no es nuevo… La comida ya fue símbolo antes. En el Barroco, los bodegones con frutas y carnes hablaban de opulencia… y de muerte. En los años 60, el Pop Art convirtió sopas y hamburguesas en íconos del capitalismo. En el 2008 la comida volvió como refugio y símbolo de lo esencial. Post pandemia, vimos a todos cocinar, hacer panes y probar recetas.
Y hoy está de vuelta. Pero no solo porque se ve bien. Sino porque el consumidor está pidiendo menos filtros, más textura, más olor, más cuerpo. La comida habla de la infancia, el hogar, la intimidad y la vulnerabilidad.

Lo real como lujo. En vez de diamantes, un tomate perfectamente imperfecto y simple. Entonces… ¿Qué dice de nosotros esta moda? Sera que ya no queremos vestir para impresionar, pero si para sentir?