Mutando
Por Santiago Garcia Trias
¿Qué será lo que impulsa como un pilar a un emprendedor? Esa fuerza perspicáz interna que acompaña al “guerrero” que decide animarse y lo rodea en ese salto al vacío hacia el “destino” que nadie a simple vista puede percibir. El coraje del instinto levitador se presenta para derribar al miedo que aparece al inicio de cada nuevo proyecto, brindándole al valiente, el bálsamo del impulso como regalo universal. Cuando esta serie de cosas suelen alinearse, se produce una cita inesperada con la sincronicidad, que de manera muy sabia, brinda la recompensa al anclaje energético de lo que denominamos “visión”, continuada por una acción. Lo veremos reflejado en las cosas más simples, hasta en las más complejas si estamos atentos.
Para sumergirnos en un gran ejemplo de mundo emprendedor, entrevistamos a Gonzalo Massa, creador de Mutate, una marca que a pesar de las adversidades, nunca dejó de serle fiel a su identidad original, “mutando” a lo largo de los años y escuchando su verdadera intuición emprendedora. Rebelde ante las tendencias pre-impuestas por el sistema de consumo, hoy es un espacio reconocido por muchas personas de diferentes países. Desde su espacio en la ciudad de Buenos Aires, hasta la parada inconfundible de su local en Jose Ignacio, Mutate transmuta desde la urbe bonaerense hasta rozar el mar Uruguayo abrazando las inconfundibles puestas del sol.
¿Quién es Gonzalo?
Gonzalo es una persona curiosa por naturaleza, poco rutinario, con una sensibilidad absoluta por lo estético. Amante de los viajes, espontáneo y con una gran debilidad por los objetos que contemplan una historia. Siento que hay una relación muy directa con lo que es Mutate, proyecto el cual nació hace varios años y es un espejo propio de mi persona.
¿Cómo nace Mutate?
Mutate empieza a partir de un juego espontáneo. Comencé haciendo camisas inspiradas en uno de mis viajes basadas en una prenda muy tradicional de la India, país en el cual viví un tiempo. Honestamente, nunca me imaginé lo que vino después. No seguí ningún plan predeterminado, jamás pensé que iba a tener un local en José Ignacio, ni mucho menos otro en Argentina. Lo que le fue dando forma a Mutate, fue ese instinto que todos tenemos dentro, y dejar que fluya en el redescubrimiento.
¿Cómo te animás a esa espontaneidad que tanto te caracteriza?
Haciendo lo que siento en cada momento, es lo primero que se me viene a la mente cuando me hacés esa pregunta. Intento que los resultados de las decisiones que pueda llegar a tomar o de las cosas que van sucediéndome no me arrebaten el presente. Voy llevando las cosas día a día, al menos eso trato la mayor parte de las veces. La vida es impredecible, no podemos controlar todo. Claramente, una vez que tenés un negocio que creció, hay muchas cosas que son indispensable contemplar. Esa es mi lucha también, la dualidad entre el fluir y la estructura diaria de las responsabilidades. Siempre trato de reflexionar aun cuando me “atormentan” ciertas cosas cotidianas como el avance exponencial de la tecnología y sus medios digitales de comunicación. Son una gran herramienta de trabajo, pero honestamente, no es algo que me llame profundamente la atención en lo personal. Le pongo lo mejor de mí de cualquier modo junto a Krikor, pero no quiero dejar que la vorágine de la actualidad me obligue a subir ese “volumen” de exigencias externas y me mimetice con las demandas pre-establecidas de ¿cómo deberíamos ser? o ¿qué transmitir en una imagen o mensaje? No siento que lo mío pase por ahí. ¡Que vaya rolando lo que tenga que ir rolando!
¿Cuál es la diferencia principal entre el local de Mutate de Buenos Aires, al de Jose Ignacio?
Lo primero que se me viene a la mente es que el de Buenos Aires es urbano, y el de Jose Ignacio más de vacaciones. Eso marca mucha diferencia en la gente que entra a cada local. En la ciudad, la gente va más acelerada, y cuando veo la gente que se acerca en nuestro local cerca de la playa, hay como un descanso, una invitación a la charla prolongada y a la comunión entre amigos.
¿Qué te inspira para la elección de los objetos de MUTATE?
Lo primero y principal, es que me encante. Luego, en estos años fui encontrando y formando una estética definida para el proyecto. Muchas veces me sucede que encuentro objetos que siento que no forman parte del mismo universo que MUTATE, pero no por eso me dejan de inspirar o llamar la atención.
¿Cómo es el diálogo colaborativo a la hora de elegir los productos y diseñadores?
Con respecto al diálogo con los diseñadores, siempre estamos atentos a las nuevas ideas, tratamos de elegir piezas de cada uno de los proyectos que nos llama la atención y optamos por adquirir cierta selección de cada uno de ellos para sumergirlo dentro de nuestro universo.
¿Cuál es el lado de Mutate que más te gusta? y ¿Por qué?
Seleccionar piezas, sin duda. Me encanta ir a las ferias, planear mis viajes con el objetivo de ir a la búsqueda de los nuevos tesoros que formaran parte de la selección de Mutate. Hay algo muy espontáneo de esta parte del negocio, y es lo que más disfruto. Respiro un aire que me inspira mucho haciendo esto.
Cuando armas un proyecto de interiorismo ¿Qué le recomendás a la gente?
Yo no me dedico estrictamente a proyectos de interiorismo, dedico la mayor parte de mi tiempo al desarrollo de la estética de Mutate. Como resultado, es verdad que tengo clientes que se me acercan para que los asesore en el armado de su casa. Sobre todo en Jose Ignacio, pero honestamente, diría que es más una consecuencia de, y no algo que pienso con antelación. Es un sistema súper orgánico, porque ya todo entra en un universo propio de gustos y sensibilidad estética que luego puedo brindar en el asesoramiento a un cliente. Lo que más rescato de estas idas y vueltas creativas, es lo que se genera a partir de la construcción del vínculo en proyectos de este estilo. Me involucro mucho sentimentalmente, así como profesionalmente en cada desafío.
¿Qué te brinda este estado de pausa en el que estamos todos experimentando sensaciones distintas?
Lo más saludable que rescato de todo esto, es la oportunidad única que tenemos de parar y observarnos con calma. El contexto en este momento nos acompaña en un gran desafío. En lo personal, siento que era tiempo de que nos diéramos cuenta que vivimos exigidos todo el tiempo. Cuando no es por el trabajo, es por la presión social, personal o tecnológica. El sistema al que veníamos acostumbrados, nos estaba empujando hacia una abismo agotador.
Si tuvieras que transmitir un mensaje en estos tiempos tan complejos ¿Cuál sería y ¿Por qué?
Que el mundo pide a gritos que cambiemos, que nos transformamos. Cada vez salta todo más en evidencia.