Charlita íntima con Maria Campos
Influencias de cumbia, flamenco, tango y pop. Romanticismo y desamor. Humor. Pese a la harina, a la envidia y al rencor, la Campos sale adelante con disco debut: Popular.
Text Matías Tortello / Photography Gaston Perello
¿Cómo llegaste a semejante convergencia de sonidos?
Pasé por miles de géneros desde muy chica hasta ahora, dependiendo del chico que me gustaba. Primero salí con uno que escuchaba baladas de Sui Generis; después vino otro que tocaba blues; uno más rockero; un punk; un rapero; y así fui pasando por todos los que me divertían. Siempre canté desde mí, pero los géneros tienen que ver con mis amores.
¿Tu estado emocional cambia según la música que escuchás?
No escucho música; ni siquiera la mía. De chica lo hacía más, era un refugio. Aprendí a cantar escuchando discos enteros de Janis Joplin, Lauryn Hill, Guns N’ Roses y Michael Jackson. Hoy en día quizá me gusta una canción y la escucho un par de veces, pero no tengo ni auriculares.
¿Qué tema elegirías para escuchar hoy?
Un tango de Goyeneche. Escuchar música es un ritual que perdí porser malísima con la tecnología. Hoy todo se hace con cables y aparatos; nada de discos ni cassettes. El aspecto ceremonioso de la música lo mantengo escribiendo y cantando, ya no escuchando.
Tus letras narran historias sentimentales en un tono irónico y personal. ¿Se basan en hechos reales?
Son todas historias mías reales, ni exagero. En el disco Popular hay canciones viejas y nuevas. Es como haberme sacado una mochila de mis treinta años. Igual ya quiero grabar lo nuevo.
¿Hay algún momento del día en que te inspires más para escribir?
A la mañana, cuando no estoy nada aturdida del día y tomo distancia real de las cosas. Escribo y canto totalmente sobria. No se me ocurre ni fumarme un porro para componer. Tengo miedo de mejorar y después necesitar de eso. Y si estoy contenta no te escribo una canción; todo viene de una sobra o residuo emocional con el que no puedo lidiar y entonces necesito crear. Si estoy de buen humor voy al cine o me emborracho.
Lanzás tu primer disco con treinta y cuatro años. ¿Cuándo decidiste dedicarte a esto?
Estaba en un bar a los trece, catorce años, cuando imité a Axl Rose cantando Welcome To The Jungle y dos amigas mías, mellicitas, me dijeron a dos voces: “Vos te podés dedicar a esto, cantás re bien”. Yo venía de un colegio muy careta, muy cuadrado, donde cantar era un hobbie innecesario. Empecé a escribir canciones, pero me tomó años tener la confianza para hacerlo en serio. Me encantaría haberme avivado antes, no me dio.
¿Cuáles fueron esos impedimentos?
Un millón. Mi adolescencia no fue nada feliz; estaba deprimida con trastornos de ansiedad. Hice miles de tipos de terapias, grupos, iglesias. Tenía un desamor enorme, era inestable y autodestructiva. La sigo luchando, pero puedo hacer todo esto que no es poco. Vengo del mismísimo infierno. ¿Viste que mucha gente dice que las adicciones o los desórdenes alimenticios son para siempre? Yo creo que no. Vos te enfermás con miedo y dolor, pero te curás con amor y libertad. Después la lucha es con la vida.